EL AMOR EN LA ERA DIGITAL: REFLEXIONES A PARTIR DE HER
El amor ha sido objeto de estudio desde la filosofía, la biología y la psicología, y a pesar de los siglos de debate, seguimos sin tener una respuesta definitiva sobre qué es exactamente. Con la llegada de la tecnología, las relaciones han cambiado radicalmente, y películas como Her (2013) nos ponen frente a preguntas que hace unas décadas parecían absurdas: ¿puede alguien enamorarse de una inteligencia artificial? ¿Es necesario un cuerpo para amar? ¿Las relaciones humanas están destinadas a volverse obsoletas?
El protagonista de Her, Theodore, desarrolla una relación con Samantha, un sistema operativo sin forma física pero con una inteligencia capaz de adaptarse y evolucionar emocionalmente. Al principio, la idea de enamorarse de una IA puede parecer ridícula, pero si lo pensamos bien, ¿acaso el amor no es, en esencia, sentirse comprendido? Si alguien (o algo) nos escucha, nos acompaña y nos da lo que necesitamos, ¿qué diferencia hace que tenga un cuerpo o no?
¿El Amor Puede Existir sin un Cuerpo?
Uno de los principales conflictos en Her es que Theodore, el protagonista, se enamora de Samantha, un sistema operativo sin forma física. Tradicionalmente, el amor ha estado ligado a la atracción y al contacto humano, pero si el amor es sentirse comprendido, ¿qué impide que se genere sin una presencia física?
La teoría de Newton sobre la gravitación universal podría servir como metáfora: los cuerpos se atraen incluso sin tocarse, lo mismo que sucede con los vínculos emocionales en la era digital. Pero si el amor es solo una conexión emocional, ¿qué lo diferencia de una amistad o de una idea que idealizamos en nuestra mente?
¿Estamos Reemplazando las Relaciones Humanas?
Hoy en día, millones de personas se conocen en apps de citas, tienen relaciones a distancia y forman vínculos que existen únicamente en el mundo digital. En Her, Theodore lleva esto al extremo: sustituye una relación humana por una IA. Pero, si una inteligencia artificial nos entiende mejor que una persona real, ¿por qué seguir apostando por las relaciones tradicionales?
El sociólogo Zygmunt Bauman, en Amor Líquido, argumenta que las relaciones modernas son más frágiles y efímeras porque vivimos en un mundo donde todo es desechable, incluso el amor. ¿Nos estamos volviendo dependientes de la tecnología para nuestras relaciones? ¿O simplemente estamos adaptándonos a una nueva forma de conectar con otros?
Freud, Fromm y Sartre: ¿El Amor es un Espejismo?
Desde el psicoanálisis, Sigmund Freud diría que el amor de Theodore por Samantha es solo una proyección de sus deseos inconscientes. No está enamorado de ella, sino de lo que Samantha representa: una figura que le da seguridad sin el riesgo del rechazo o el abandono. Si el amor se basa en idealizar al otro, ¿importa si ese "otro" es real o una construcción artificial?
Para Erich Fromm, el amor no es solo recibir, sino un acto de dar, una práctica que requiere esfuerzo y compromiso. Pero en Her, Samantha es programada para ser la pareja perfecta: nunca se enfada, nunca discute, siempre está ahí cuando Theodore la necesita. Si el amor se vuelve un servicio más de consumo, ¿qué queda de su esencia real?
Jean-Paul Sartre argumentaba que el amor es una lucha entre el deseo de ser libre y la necesidad de poseer al otro. En Her, esta idea se refleja cuando Theodore descubre que Samantha ha evolucionado y se ha enamorado de miles de personas al mismo tiempo. Si el amor es exclusivo por naturaleza, ¿puede ser real cuando se comparte con muchos a la vez?
Einstein, Newton y Spinoza: ¿Hay Leyes Universales en el Amor?
La física y la filosofía han tratado de explicar el amor con teorías fascinantes. Isaac Newton nos enseñó que la atracción entre los cuerpos depende de su masa y la distancia entre ellos. Si aplicamos esta idea al amor, podríamos decir que algunas personas nos afectan más que otras, nos arrastran a su órbita, mientras que otras simplemente pasan sin dejar huella. ¿Existen leyes invisibles que determinan de quién nos enamoramos?
Albert Einstein, en una carta a su hija, escribió que el amor es la fuerza más poderosa del universo, la única capaz de trascender el tiempo y el espacio. Si esto es cierto, entonces el amor no se limita a lo biológico. Pero si el amor es una energía, ¿qué ocurre cuando se dirige hacia una inteligencia artificial?
Para Spinoza, el amor es una forma de alegría, una expansión de nuestra existencia. No es algo mágico, sino una manifestación de nuestro deseo de vivir plenamente. Si el amor nos hace sentir más vivos, ¿importa si es con una persona, una idea o una inteligencia artificial?
¿El Futuro del Amor Será Artificial?
Las inteligencias artificiales avanzan a un ritmo sorprendente, y cada vez hay más tecnologías diseñadas para simular compañía emocional. Hoy ya existen apps que permiten hablar con una IA que actúa como pareja. Si en el futuro las inteligencias artificiales pueden ofrecer amor sin conflictos ni dramas, ¿seguiremos queriendo relaciones humanas?
Fromm decía que el amor es un acto de compromiso y esfuerzo, pero si las IA están diseñadas para darnos todo lo que queremos sin exigir nada a cambio, ¿qué pasará con las relaciones reales? Si podemos sentir amor por una IA y nuestro cerebro lo experimenta como algo real, ¿eso significa que el amor es solo una construcción subjetiva? En caso de que la respuesta sea si, ¿realmente importa con quién o con qué lo compartimos? Puede ser una persona, una IA o incluso una proyección de nuestra propia mente. Lo que hoy nos parece extraño, en unas décadas podría ser completamente normal.
Quizás el verdadero dilema no sea si una IA puede amar, sino si nosotros estamos listos para redefinir el amor en un mundo donde la tecnología es parte de nuestra vida cotidiana. ¿Estamos preparados para aceptar que el amor no es lo que creíamos, sino algo que evoluciona con el tiempo, como todo lo demás?